Comenzaste tu incansable voluntariado cuando las protectoras de animales eran casi inexistentes e incomprendidas por una gran mayoría de la sociedad, que miraba con gran recelo la difícil labor que resulta y resultaba en esos tiempos ayudar a los animales en grave situación de abandono y maltrato.

Ni que decir tiene que para las administraciones ni existíamos, con lo que no cabía esperar la más mínima ayuda de ningún tipo, ya que al parecer y como era frecuente escuchar entonces “son personas que recogen animalitos abandonados para cuidarlos”.

Por no haber no había ni ley de protección animal a la que acogerse, y así poder denunciar las barbaridades a las que con demasiada frecuencia había que enfrentarse.

Nada de ello hizo que ni un solo día desfallecieras en el importante trabajo que realizabas tanto dentro de las instalaciones como afuera, siendo así como se te podía ver en días de frio y lluvia rodeado de perros a los que acariciabas con todo el cariño del mundo, al igual que gestionabas todo lo concerniente a los documentos que la protectora requería.

Es por ello, que todos los que hemos tenido el gran honor de conocerte, te agradecemos el camino que abriste y que ha hecho posible poder avanzar más rápidamente.

Siempre estarás en nuestros corazones.

Julio 2.021