Desde el Refugio Kimba, llevamos años denunciando todos los casos de animales que rescatamos y en donde ser observan claros indicios de maltrato, al tiempo que vamos trasladando todas esas situaciones a la administración competente, para al menos empezar a vislumbrar lo que en éstos momentos parece aún una utopía, y es que los galgos no sean perros de segunda clase.
Pero pasan los años y aunque lo que era antes ignorado por gran parte de la sociedad, ahora y gracias a que la información llega a nosotros inmediatamente por muchos medios, todos hemos sido conocedores de lo que en la actualidad no deja de ser una lacra, que no acaba nunca.
Vemos así como se sigue sin controlar la cría masiva de galgos por parte de cazadores que no ven en ellos más que un instrumento para sus fines lucrativos, que para cumplir esos objetivos convierten la vida de esos animales en un auténtico calvario con duros entrenamientos que les ocasionan fracturas, agotamiento extremo y graves lesiones, que al cumplir aproximadamente tres años y al perder su pico de velocidad y no poder por ello competir, son desechados sin el menor reparo. Es por ello que si alguien visita a un galguero siempre observará que tiene varios perros de dos ó tres años de media, y si les preguntas ellos no te responderán pero si podemos hacerlo nosotros. Esos perros de “descartes” como ellos los llaman, están en perreras públicas a la espera de su adopción ó sacrificio, en protectoras privadas, o peor aún vagando por las calles en busca de alimento, en donde morirán atropellados o enfermos.
Pero ¿porqué seguimos así cuando tanto Organizaciones a nivel nacional e internacional llevamos años manifestando nuestra total indignación ante lo que es una práctica tan cruel?
Pues está claro: la caza de la liebre es un gran negocio, y algunos de los perros alcanzan en el mercado precios desorbitados, las federaciones de cazadores son un lobby contra el que es prácticamente imposible luchar, y es por ello que la situación de los galgos en España sigue siendo un caso grave de maltrato animal al amparo de un administración que mira hacia otro lado movida por fuertes presiones como pudimos ver no hace mucho, ya que tras dos años de trabajo “liderado” por la Federación Andaluza de Galgos y la Federación Andaluza de Caza, la Dirección General de Sanidad Animal de la Junta de Andalucía aprueba la legalización del entrenamiento de galgos con vehículos a motor, algo que hasta ahora era considerado por la propia administración como un delito de maltrato animal.
Por ello y tal como reza en el título de éste escrito, al llegar febrero y terminar la temporada de caza, el galgo que no corra ya tiene sentencia.